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Un hijo siguió el consejo de su mamá y con su donación salvó dos vidas

Los padres del donante invitan a la comunidad hispana a inscribirse como donantes de órganos y tejidos

Carlos A

Carlos A. Murillo siguió el ejemplo de su madre y se registró para convertirse en donante porque sintió en su corazón que era lo correcto para él; al hacerlo, salvó dos vidas.

Rosa y Carlos Murillo sufrieron la devastadora pérdida de su hijo Carlos A. Murillo el 16 de julio del 2018, después de que sufrió un derrame cerebral en la casa de la familia. Tenía 29 años. Carlos A. se había inscrito como donante de órganos y tejidos y sus padres respetaron esa decisión para ayudar a otras personas que lo necesitaban. Como donante de órganos, Carlos A. salvó la vida de una mujer que ya estaba en sus 50 años y de un hombre en sus 20s. El regalo de sus tejidos continúa salvando y mejorando las vidas de muchas otras personas. Carlos A. no siempre estuvo seguro de querer convertirse en un donante. Cuando obtuvo su primera identificación del estado de Illinois, decidió no inscribirse como donante. Cuando llegó a casa y le mostró la identificación a su mamá, ella le preguntó por qué no se había inscrito. “¿Por qué no quieres ofrecerle vida a alguien que la necesite?”, le preguntó Rosa. “¿Para qué queremos nuestros órganos si ya nos hemos ido y alguien más puede aprovecharlos?”, insistió. Su hijo le respondió: “Está bien, Rosita, tienes razón. Me inscribiré cuando obtenga mi licencia de conducir”. Fiel a su promesa, Carlos se unió al registro nacional de donantes de órganos y tejidos cuando obtuvo su licencia, y le comunicó la noticia a su mamá. Aunque ella estuvo complacida con esa decisión, Rosa le hizo énfasis en que la donación es una elección personal y le preguntó si estaba seguro de que eso era lo que él quería. Carlos A. le respondió: “He pensado mucho en lo que me dijiste y estoy de acuerdo, hacerlo es lo correcto”.

Carlos-Family

Carlos A. Murillo (segundo de derecha a izquierda), fue un hombre trabajador, respetuoso, generoso y cariñoso quien amaba pasar tiempo con su familia y seres queridos.

Hacer lo correcto

Los padres de Carlos A. también creen firmemente que compartir con otras personas la experiencia de donación de su familia, para ayudar a aumentar la conciencia entre la comunidad hispana sobre el significado y la importancia de inscribirse como donantes de órganos y tejidos, es lo correcto. “Las donaciones y los trasplantes también ocurren en México, pero siento que no son tan divulgados como aquí”, dijo Rosa. Carlos sénior agregó: “Quizás esto tiene que ver con la fe religiosa de las personas, pero nosotros sabemos que la fe católica apoya a la donación como un gesto humanitario y un regalo de amor”. Rosa y Carlos siempre han creído que donar órganos y tejidos es algo hermoso, pero nunca imaginaron que lo vivirían tan temprano y tan íntimamente. El día en que Carlos A. sufrió el derrame cerebral, su mamá lo encontró inconsciente en el piso del baño. “Había sido un día muy atareado”, contó Rosa. “Después descubrí que él no se había estado sintiendo bien pero yo no tenía idea. Ya una vez yo lo había llevado al hospital debido a su presión arterial alta, pero esto fue diferente”. Rosa llamó al 911 y una ambulancia lo llevó rápidamente a un hospital local. Ese mismo día, Carlos A. fue transferido al Centro Médico Universitario Rush, en Chicago, donde los doctores le pronunciaron muerte cerebral, y donde por último sus padres tuvieron una conversación con un miembro del personal de Gift of Hope acerca de la donación. “José Noyola, de Gift of Hope, nos explicó que como Carlos A. estaba inscrito como donante, el proceso de donación empezaría pronto, y nos describió los pasos siguientes”, dijo Carlos sénior. “José quería asegurarse de haber respondido a todas nuestras preguntas y eso fue algo que le agradecimos”.

Un alma hermosa y compasiva

Rosa y Carlos sénior eligieron tener y criar a sus hijos en los Estados Unidos porque querían darles una vida mejor. Trabajaron mucho para inculcarles valores que los convirtieran en personas que contribuyen positivamente a la sociedad. “Educamos a todos nuestros hijos para que fueran respetuosos, amables, responsables, humildes y agradecidos”, dijo Rosa. “Carlos era todo eso”. Quizás Carlos A. se fue físicamente, pero su familia siente que su espíritu y su energía están cerca todo el tiempo, en forma de manifestaciones variadas, inexplicables, dulces y llenas de humor que reciben con agrado. “Una de mis sobrinas en México, que nunca ha conocido a ninguno de nosotros, le contó a una de mis hermanas un sueño que tuvo con Carlos A.”, dijo Rosa. “Su sueño incluía detalles acerca de mi hijo y la familia que de ningún modo ella podría haber sabido, y compartió con nosotros mensajes en nombre de Carlos que nos hicieron recordar el alma hermosa y compasiva que él siempre había sido”. Rosa y su esposo visitaron hace poco la sepultura de su hijo, rezaron el Santo Rosario y reflexionaron sobre sus cualidades y sobre como su espíritu generoso permanece dentro de las personas que él ayudó a salvar. “Mi hijo fue un joven saludable, noble y cariñoso”, dijo Carlos sénior. “Sabíamos que él podía ayudar, y valió la pena. Él fue muy generoso, de modo que la donación honró lo que él fue”. Rosa y su esposo invitan a la comunidad Hispana a que no le tengan miedo a la donación y a que sostengan la conversación acerca de la donación con sus seres queridos, de modo que cuando llegue el momento ellos puedan tomar la mejor decisión”. “Es una bendición saber que su ser querido está ayudando a otras personas”, dijo Rosa. “Las personas necesitan tener esa esperanza y muchos mueren esperando porque no hay suficientes órganos. Ojalá que nuestra comunidad hispana, y otras, sigan apoyando a la donación”. A Carlos A. le sobreviven sus amorosos padres y sus hermanos, Brian y Georgina. Además su prometida, Crystal Farias, a quien él amaba profundamente y con quien planeaba empezar una familia, lo extraña profundamente.

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